domingo, 8 de julio de 2012

Si tú me dices Ben, yo te digo Affleck

Resulta curioso medir el tiempo y el espacio de dos noches, de dos días. Puedes estar un sábado de julio tomando infusiones a las once de la noche después de haber echado una partida de Scrabble con tu madre y después te coses una camisa (que se te ha hecho un roto, y así no, hombre).

Claro, que también puedes echar otro sábado del mismo julio, o incluso el mismo sábado del mismo julio (no olvidemos los universos paralelos y paralelas), bebiendo cantidades importantes de sangría Don Simón mientras hablas, digo, mientras ríes de la vida y de todo en general. También puedes improvisar un juego en el que acabáis llamando a algún que otro ser olvidado de una agenda telefónica, y le despiertas para cantarle al -altavoz- Corazón Latino (¿a quién no le apetecería recibir esta llamada?). Después puedes hacerte pasar por exalumna, o hablar con todos los relaciones públicas de Madrid, sólo por el gusto de hacerlo, sabiendo que nadie a esas alturas de la noche te va a dejar entrar gratis a su local. Incluso puedes probar suerte insistentemente, y una vez te aseguran que de los ocho euros no bajan, puedes disculparte igual de insistentemente, con frases del tipo:

"Que no es nada personal, pero es que no tengo dinero porque me he gastado todo mi dinero en el taxi"

Lo que pasa es que claro, la gente que va contigo escucha esta frase una y otra vez, y al final acaba perdiendo todo su sentido y ya nadie sabe si en realidad tienes o no tienes dinero y nadie se fía de que realmente hayas venido en taxi, o de que incluso tú seas uno de esos relaciones infiltrado en el grupo, haciendo publicidad subliminal a diestro y siniestro.

En estos casos pasa que acabas tomándote una cerveza en cualquier puerta del sol a horas ingentes, y escuchando a Julia poesía de la buena:

  "Que puede ser que haya aprendido español en Argentina o que sea un chino argentino"

(y tú ante eso, no puedes decir nada. Te callas. Lo apuntas donde sea. Te callas y se lo recuerdas toda la vida).

miércoles, 27 de junio de 2012

Satie contra Godzilla


Lees las palabras "Satie contra Godzilla" y piensas, qué chungo, bicharraco japonés comiéndose con patatas a un compositor que lo único que hace es escribir música para domingos y días de lluvia. Ahora bien, pensemos por un momento que este enfrentamiento no es tan cuerpo a cuerpo, sino que están los dos manteniendo un debate o jugando al ajedrez, o contándose las penas, que no es poco.

El problema es que después de ver tanto telediario y tanta película americana estamos hechos unos belicosos. Me imagino yo al auténtico Godzilla, lagarto de bien, intentando llevar una vida tranquila con sus pequeños godzillillas en un chalet unifamiliar y que no, que no le dejan. El pobre, acosado por decenas de fans que reclaman oler su aliento atómico, ver su coletazo mortal, cuando él todo lo que anhela es leer el periódico y cuidar el jardín con su señora.

Todo esto por no hablar de Satie, realmente dedicado en cuerpo y alma al heavy metal, que en un momento de borrachera de las de bajón, compuso las Gymnopédies y ahora está encasillado para siempre. Además solo consigue bolos en auditorios y teatros para gente seria y circunspecta cuando él lo que quiere es acabar inconsciente en cualquier antro que se precie. Pero que no, que tampoco le dejan.

Estos dos sujetos, carne de antihéroe, bien se merecen ser protagonistas de un sueño (o varios). Y me parece a mí que de esto va a haber mucho, porque si algo toca ahora es dormir infinito.

Bienvenidos al verano.

viernes, 6 de abril de 2012

Somos las palabras que dicen lo que somos

Muchas veces nos han dicho que lo absurdo es eso que no tiene sentido, lo que va en contra de la razón. Pero ¿qué pasa con la razón? ¿la razón siempre tiene razón? puede que un día te sorprendas llevándole la contraria a uno que no tiene razón y entonces le estarás llevando la contraria al absurdo (y eso nunca).

En "Los días felices" de Beckett, la protagonista se pasa toda la obra enterrada en un montículo - durante la primera parte hasta la cintura, y en la segunda parte de la obra está enterrada hasta el cuello. Y esto, esto es de todo menos absurdo. Es poesía y de la que duele. Y esto de que el absurdo nos rodea, y que nosotros somos mucho más absurdos que cualquier libro, no es nada nuevo. De hecho, todo lo que hay en nuestra memoria, cada mínimo detalle de cada recuerdo que tenemos, nos lo hemos fabricado nosotros mismos con nuestras propias palabras, y eso no es más que ficción. Ficción pura y dura.

Hablando de Beckett, dice Enrique Vila-Matas "nos traslada a su extraña y tan distinta y singular manera de verlo todo, y luego, por la tarde, descubrimos que el mundo se nos ha ido volviendo beckettiano y que, como nos temíamos, somos solo palabras, estamos hechos de palabras, polvo de verbo, sin suelo en el que posarnos, y no nos importa ya quien habla, pues todo es  falso, no hay nadie, no hay nada en el nunca jamás, mejor ahogarse en este aire inaceptable". 

A veces no está de más meterse de cabeza en esa angustia, en el montículo que te llega hasta el cuello, en las palabras que decimos, que somos. El único peligro sería quedarse en el montículo, creer que llevamos la razón, aunque digo yo que hasta ahora nunca nos hemos quedado sin palabras para decir lo absurdos que somos.

martes, 13 de marzo de 2012

Todas las cosas que existen (mientras sean gratis) II

¿Qué pasa cuando las ranas crían pelo? ¿y cuando los cerdos vuelan? Cuando estos hechos ocurren y les sumamos el paso del Cometa Halley y la alineación de los cosenos de Saturno y Orión, obtenemos señores el único fin de semana del año en el que puedes reunirte con todas* tus amigas. En Berlín.

Por supuesto, como no podía ser de otra forma, este viaje se encuentra enmarcado en la Corriente Costra o Costrismo. Tal vez lo recuerden de otras entregas como "All you need is Mugrehotel" o "Costriles en Galicia (mi hija es que es cojonuda)". Como no nos gusta estancarnos y nos mola innovar, esta vez decidimos unir los dos rasgos de cochambre máxima. Estos son:

a) La invasión de una casa.
b) La alimentación a base de bocatas.

En cuanto al primero, cabe destacar que no se trata de los-típicos-dos-o-tres-amigos-que-visitan-a-su-amiga-erasmus, sino más bien las típicas-OCHO-invasoras-que-te-destrozan-la-casa-en-tres-días-y-luego-si-te-he-visto-no-me-acuerdo. La primera (y segunda, y tercera...) reacción de la anfitriona al saber que era verdad que íbamos todas, fue la siguiente: "Chicas, no pretenderéis ducharos todos los días, ¿verdad?". Lo siguiente que recordamos son risas nerviosas. Ante tales declaraciones decidimos bautizar a este, nuestro viaje, como OPERACIÓN CHINCHAMPÚ.

Como hechos destacable, recordaremos:

1. La guerra fría que tenía lugar en la cocina para conseguir una silla. Una silla = el poder (desayunar). Incluso conseguir la banqueta a la que se le salía la pata todo el rato te aseguraba un ascenso en la escala social.
2. Paloma, que cuando duerme hace la misma coreografía que un cachorrillo con pesadillas.
3. Aprender que hay cosas que viajan con mayor velocidad que la luz, como por ejemplo la nocilla hacia nuestro estómago. Este desequilibrio en el espacio tiempo no afecta en absoluto al curso del universo ya que éste queda totalmente compensado con la lentitud hiperextrema de nuestra amiga Clara Corrales Sánchez en todo lo referente a prepararse para salir. Se han dado casos de gente que creyó a Clara cuando ésta les dijo "bajo en cinco minutos" y murieron de inanición.

En cuanto al segundo aspecto costril, los bocatas, ni que decir tiene que todas las quejas por la monotonía del menú quedaron acalladas al ser recordado el precio al que salían. Costrismo ante todo.

A pesar de las mil horas que tardan en salir de una casa diez chicas, y obviando el hecho de que Potsdam y el codillo alemán casi rompen alguna que otra amistad, sobrevivimos (y qué bien se nos da sobrevivir). Aquí tienen una imagen de las sujetas en cuestión. Pueden intentar averiguar cuál es la que da pataditas por la noche, la que no cree en la higiene de sus amigas, la de las siestas de un día entero,...


Por cierto, que lo mejor está siempre por llegar.

martes, 21 de febrero de 2012

No fue cemento, fue masa

como si te estuvieras muriendo de frío
como si se te quitara el hambre a todas horas
que al mundo le da igual que estés de morros
le da exactamente igual.
Como debe ser. Que el mundo es muy sabio

deberías saber querida, a estas alturas
que todo se puede arreglar delante de un café
y que te va a saber a gloria
el mejor café del mundo

y puedes seguir haciéndote la importante si te da la gana
pero Saturno va a seguir en su sitio y nadie te va a cambiar el signo del zodiaco
por mucho que quieras

le da exactamente igual
como debe ser.

Te puedes empeñar
te puedes convertir en un par de cómodos zapatos viejos
peor para ti.

jueves, 26 de enero de 2012

(Tí)tesis y antítesis

Resulta curioso pensar que en este mundo adverso y diverso en el que vivimos, asumimos cada día tropecientas guerras que nos suelen quedar bastante lejos, otras tantas extorsiones repartidas por el mundo, y demás morralla  que en absoluto tragamos. Todo eso, por muy lejano (o no) que nos quede, puede -fácilmente- hacernos creer que este mundo es de lo más hostil y que la humanidad y la camaradería hace rato que se fueron de la fiesta, y se llevaron las llaves y no puedes entrar en casa. Pero por otro lado, por muy rencoroso que nos esté el planeta, por mucho escéptico que ande por ahí flotando, ni aquí ni en la China podemos dar ni un paso sin estar confiados, sin SERLO.

Nos pasamos la vida confiando en desconocidos, por no hablar de los no tan desconocidos. Pongamos por caso que vas tranquilamente a la frutería y te llevas una lechuga a cambio de un papelito donde pone 5 euros (lechugas de lujo), que nadie va a llamar a la pasma, ni mucho menos. Es más, nos pasamos la vida fiándonos de nosotros mismos, cuando nos la liamos mucho más que ningún frutero de poca monta.



Igual llega el día anunciado por los Mayas o vete-tú-a-saber-qué, y llegamos a la frutería y nos piden lechugas a cambio de lechugas. O peor, tu mente te pide respuestas a cambio de preguntas. (Y entonces es cuando explota el universo, y los Mayas tenían razón).

Y las lechugas bajan de precio aunque ya da igual.

domingo, 15 de enero de 2012

De nada en general y de todo en particular

Saldré a la calle, paso decidido, la capa de Superman recién lavada, con olor a lavanda y todo. Mientras pensaré en unos cuantos proverbios chinos, escucharé lo último de Ligeti (cuidado, no se te caiga el libro de Beckett de las manos).



Y cuando tenga todo eso debajo de las uñas, alguien se me pondrá delante y sólo sabré decir:
                                                 
                                                        Rebota, rebota y en tu culo explota