domingo, 28 de agosto de 2011

Todas las cosas que existen (mientras sean gratis)

Me dicen, me cuentan, me comentan que "oye, las vacaciones por Galicia se merecen una entrada", que "esto tiene que quedar por escrito", y yo que estoy ya mayor, ni me hago de rogar:

Tengamos en cuenta en primer lugar que este ha sido un viaje costra. Y qué es un viaje costra, pensarán. Pues bien queridos seguidores, les advierto que probablemente ustedes ya han hecho al menos uno y aún no lo sepan. Un viaje costra viene a ser un viaje en el que el presupuesto más que limitado, es inexistente. Entonces, ¿no nos vamos de vacaciones?, por favor no me hagan Jajaja. Existen múltiples alternativas como el alojamiento en Mugrehotel (del que hablaremos otro día) o confiar en la generosidad de los padres de tus amigos. Como mugrehotel se encuentra en Londres, en este caso decidimos vivir a costa de los padres de A. En cuanto a la duración de las vacances, hubo quien fue unos días, hubo quien fue dos semanas, esto ya va un poco en gustos y en nivel de costrismo de cada uno.

Básicamente ésa es la única clasificación que podemos dar a este viaje, ya que nuestra actividad consistió en lo siguiente:

-Comer
-Dormir
-Comer
-Ir a la playa a tirarte hasta el siguiente comer/dormir

Para no sufrir un colapso o una implosión al llegar a casa y escuchar "Qué habéis hecho", decidimos pasar un día en Santiago of Compostel y volver desde allí. Nuestro plan maestro fue el siguiente:

Llegada a Santi a las 9:30 de la mañana (=coger un autobús a una hora intempestiva=madrugar. Este dato es incompatible con el resto del viaje vagancil, pero lo pasaremos por alto) - Ver Santi - Comer - Ver Santi ............. - Perdona, tienes que seguir viendo Santi ya que el avión de vuelta sale mañana a las 10h y no tienes hotel (¿Se puede ser más costra? - desde luego, no) - Ver Santi - Millán nos enseña más Santi - Conocemos los suburbios de Santi en busca de un Caja Madrid que se encuentra al borde de una avería.

**Hay que matizar que en este punto del día ya somos bastante mugre y estamos hartas de andar y no sabemos qué más ver.

Intenta cenar (este sin duda fue el punto de inflexión del viaje. Después de intentar cenar en aproximadamente 354.000 bares, nadie quiere darnos comida, ni siquiera a cambio de lingotes de oro, es imposible) - Salimos a conocer la noche gallega mientras huimos de un par de camareros-lapa y de la lluvia (hay que destacar que, azares de la vida, la ciudad nos sonríe y encontramos un paragüas por la calle. Estaba roto pero jamás me he alegrado tanto de ver uno en mi vida. Lloramos al despedirnos de él). - Conseguimos llegar (más o menos) sanas y (más o menos) salvas a la estación de autobús, donde se encuentran las maletas. - Despertamos y cabreamos a un par de peregrinos que posteriormente se ríen de C cuando ésta despierta a toda la ciudad con un ronquido que (dicen, cuentan, comentan) aún se oye por allí. - Llegamos al aeropuerto y nos vamos quedando dormidas en cada punto en que nos paramos más de 4 segundos - Damos mucho asco (mucho mucho, de verdad, somos La Mugre).


En algún momento de lucidez de la noche, pensamos (pensaron) que había que hacer una entrada sobre "Todas las cosas que existen, mientras sean gratis" (recordemos que se trata de un viaje costril). Pues bien, yo creo que en un día hicimos casi-todas las que existen. En ese momento también pensamos que el doblaje sudmericano de las pelis de Disney de antaño se merecía otra entrada, pero creo que de eso habrá que hablar otro día (el mismo que el de mugrehotel). Aquí les dejo una imagen de las sujetas en cuestión para su deleite:

(Esta es de antes de ser La Mugre. Esas mejor me las reservo).

martes, 23 de agosto de 2011

Manzana 6, puerta G

Nos contaban hace poco, entre gatos y aires acondicionados, que cuando mi madre y sus hermanos eran pequeños, se ponían tan nerviosos el día que tocaba ir a la playa que se acostaban la noche antes con el bañador puesto.

Y es que lo de los genes es de traca. Yo creo que la siguiente generación ha (hemos) desviado un poco esa rama nerviosa, pero ahí sigue. Porque como todo el mundo sabe, los genes ni se crean ni se destruyen, sólo dejan de morderse los labios para comerse las uñas.

Y, que no te engañen ni te vendan ninguna moto, porque hay cosas que no cambian. Por ejemplo, puedes creer que ya eres mayor, capaz de asumir más de una responsabilidad al tiempo, y de vez en cuando incluso no tienes que pedir dinero, y es entonces cuando te dan una paliza tras otra al tres en raya (3N_); y tú ahí estás, mirando, (riendo), "esta es la buena", sin poder hacer nada.

Por otro lado, esto de los genes es una lotería y en este mismo instante podríamos ser un canguro-militar, una cordobesa que en vez de reyes diga raya, una gata con nombre de barrio portugués, un franchute que en realidad es un andaluz frustrado, o el prota loco de un reality loco también.

(De cualquier manera no te lo recomiendo, porque en ese caso no tendrías la oportunidad de dar con ellos en algún lugar del mundo, y te estarías perdiendo un buen rato y unas risas).

lunes, 15 de agosto de 2011

Y verás que contento

Cuando tenía pocos años le dijeron que las cigüeñas traían a los niños de París.

También le contaron que entre palmeras en las playas del Caribe estaba el paraíso.

Cuando tenía unos pocos más le dijeron que en la China la gente era amarilla.

Después le contaron que en el Polo había pingüinos en esmoquin.



Y un día, estando delante de un huevo frito con patatas pensó que habría que informar a cigüeñas, niños, chinos y a los elegantes pingüinos de que el paraíso no se encontraba para nada en el Caribe. El paraíso estaba justo en aquel huevo frito.

lunes, 1 de agosto de 2011

Tecnicolor

A última hora escuché:

"No me gustan las tajancias. La única tajancia que me gusta es que no me gustan las tajancias", de alguien que nos habló más allá del present perfect.

Y cómo duele oírlo, porque tiene razón. Entonces juegas a ponerle un pero a todas las frases y al final ni te acuerdas sobre qué discutías. Pero...

           que en el fondo tú sabes que eres un bicho de síes y noes y de agua y aceite, así, sin nada de por medio. Como una cebra terca, como si la hubieran sacado de una tele de los cincuenta, que se obstina en el blanco y en el negro y de ahí no la saques (de la tele). De hecho, no es que sea muy saludable eso de las verdades universales; que los jueces inquisidores ya no se llevan, y lo de quemar a alguien en la plaza del pueblo (a ti mismo), qué sé yo...tampoco.


Tss! pero que no cunda el pánico, que no hay que enfadarse. Que tú y yo lo sabemos, la c(e)bra siempre tira al monte, y al fin y al cabo nunca descubriremos si somos negros con rayas blancas o blancos con rayas negras.