lunes, 15 de agosto de 2011

Y verás que contento

Cuando tenía pocos años le dijeron que las cigüeñas traían a los niños de París.

También le contaron que entre palmeras en las playas del Caribe estaba el paraíso.

Cuando tenía unos pocos más le dijeron que en la China la gente era amarilla.

Después le contaron que en el Polo había pingüinos en esmoquin.



Y un día, estando delante de un huevo frito con patatas pensó que habría que informar a cigüeñas, niños, chinos y a los elegantes pingüinos de que el paraíso no se encontraba para nada en el Caribe. El paraíso estaba justo en aquel huevo frito.

3 comentarios:

  1. Dios está en el huevo frito y no en el Vaticano. Jornadas Mundiales del Huevo Frito ya!!!

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  2. un huevo frito es lo mejor, siempre y cuando la yema no esté dura; en ese caso, el placer se convierte en odio

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  3. Jajaja, fantástico. Los huevos no los descongelo.

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