miércoles, 30 de julio de 2014

Y que cumplas muchos más

Una vez fui a un hotel; era un hotel muy mugriento. Era tan mugriento que hubo unas migas encima de una de las sillas de la habitación desde el primer hasta el último día de nuestra estancia. ¡Eh! y eso es difícil; quiero decir, si tu intentas dejar unas migas inmóviles en algún sitio de tu casa durante cinco días probablemente salgan volando con algún movimiento desprevenido. Pero estas migas no, eran un milagro de la naturaleza, de la mugreraleza. No se cayeron de la silla en los cinco días, fue increíble. Y seguramente sigan allí.

También fui una vez a una casa, con mucha gente. Una de esas gentes quería ir a un mercadillo alemán con tacones. Y claro, eso es otro milagro de la naturaleza señores! Se imaginan? tantos años vanagloriando a gente que anda por encima de las aguas cuando hay una persona que es capaz de andar con tacones sobre el fango de un mercadillo y no hundirse!! un caso para estudio. Al final conseguimos convencer a la susodicha de que no exhibiera sus habilidades por Berlín para que la gente no flipara en colores con sus destrezas y no ir por ahí llamando la atención, somos gente discreta (pero es increíble, en serio).

En fin, me podría tirar así todo el día. He vivido sandwicheras que se creen fugas de gas (pero no pasa nada), amigos que hacen declaraciones de amor que acaban como la final de operación triunfo, bacanales en guns, invitaciones infinitas a galletas, jotas, acordeones y otros mil gustos pasajeros, mesaciones de pelo, quedadas parejiles en las canoas, ...

...todas estas cosas surrealistas las he vivido con la negri, que hoy casualmente cumple años y hay que darle más besos que de costumbre.


Neg, ¡como cambies te mato! (perdón por la agresividad, estaba parafraseando a Julia)





lunes, 10 de febrero de 2014

No a la indieferencia

Hay gente que se merece un ¡eres grande! y un ¡eres genial! todos los días, pero los 10 de febrero....más.






¡Por muchos más posavasos futuros!

martes, 7 de enero de 2014

Cuando el papel se rompa en añicos

Cuando el papel se rompa en añicos se acabará todo lo que somos, lo que hemos sido. ¿Y lo que seremos? Si giro la cabeza veo que todo lo que somos, lo que hemos sido está escrito. Mejor o peor, más grande o más pequeño, pero escrito. En libros llenos de mugre, en papeles oficiales, en libretas electrónicas, en manos que sudan. ¿Y lo que seremos?

Todo esto para qué. Para quién. Nos escribimos cartas. Nos las escribíamos (ya no). Para contarnos todo lo que somos, todo lo que fuimos. Todo eso que está escrito en algún sitio, aunque sea un trozo de memoria.

Pero todo se puede romper. Como un jarrón, como una pierna, como una familia. Y se rompe en añicos tan minúsculos que no se pueden ver ni con el microscopio más insolente. Y todas esas letras que un día eran historias ahora están huérfanas; y no tienen vecinos y no forman palabras, frases, vidas.

¿Y cuando perdemos esas letras qué hay? qué queda en el libro oficial, en el papel electrónico, en la mente sudorosa, preocupada. No queda nada. Ni siquiera nada nuevo, creado a partir de los añicos. Sólo queda la incertidumbre de saber si querrán volver. Los trocitos, a pegarse en silencio, después de una caída monstruosa. Y sabemos que no, pero hemos visto muchas películas y creemos que todo puede ser. Hasta que el papel se rompa en añicos.