martes, 22 de marzo de 2011

Zapatillas que hablan

Cada día me ocurre algo muy curioso con mis zapatillas. Resulta que entro en la habitación, donde suelen estar algo desperdigadas, y de repente las veo claramente con la boca abierta, entendiendo por boca el cerco que más tarde se abrazará a mis tobillos. No sé si ustedes, queridos lectores, han reparado alguna vez en este hecho, pero una vez lo comprendan me atrevo a asegurar que nunca más podrán obviarlo.

¿Qué les ocurrirá todas esas veces en las que quieren hablar, pero no lo consiguen?, ¿cuando incluso parece que quieren gritar?. Me temo que llevamos mucho tiempo con esta guerra silenciosa que no nos lleva a ninguna parte (para variar).

También es posible que estén hablando entre ellas y yo sólo llegue y las interrumpa:

-Yo creo que no le caigo bien, sólo me saca cuando llueve.
-Qué va mujer, ¡no digas eso!
-Claro, como a ti sólo te lleva en las audiciones...

Ahora que reparo en esto, no tenemos nada de consideración por nuestro calzado. Sin ir más lejos, ¿cuántas veces me habré puesto unas zapatillas que estaban rotas o a punto de romperse en lugar de unas que estaban nuevas? - Que si ya estoy acostumbrada a las antiguas, que si las nuevas me rozan,.. Pero, ¿quién piensa en la pobre zapatilla que agonizante sigue aguantando todo nuestro peso?

Nuestro calzado ha dicho basta. No podemos continuar maltratándolo de esta manera, sobre todo porque su ronca respuesta nunca dejará de ser un quiero y no puedo.




Por todo ello, estimado público, les invito a observar lo que miran y escuchar lo que oyen, porque de los zapatos se aprende mucho.

2 comentarios:

  1. Nuestro calzado ha dicho basta.

    Precisamente el otro día deje reposar en paz y para siempe a dos parlanchines pares de zapatos. Esos ya no se callaban ni debajo del agua. (Y claro, yo me mojaba.)

    ResponderEliminar
  2. Sí, esa es otra.
    Están los zapatos que mojan a sus dueños, y otros pobres que acaban cantando por la falta de higiene de éstos.

    ResponderEliminar