- Te como.
- Yo a ti más. Con nata.
- Te como y te recomo.
- Yo te como poco a poco, a trocitos pequeños, como cuando cortas un trozo de tarta y luego otro y al final te la comes entera pero así te crees que eres menos gorda, pues así.
Yo no quiero levantarme pensando si va a llover, mejor cojo el paraguas, si no llego tarde a la clase que me cambiaron, si seguro que es martes y no miércoles, ¿verdad?; si sacamos algo del congelador y así no nos complicamos con la comida.
Yo lo que quiero es despertarme y acordarme de conversaciones como esta (que me quito el sombrero y la cabeza), del libro que leía anoche y de qué escribo hoy en el post-it. A veces lo consigo, y así me va.
Llegar cansada a casa. Encender el ordenador. Entrar en Internet. Escribir la de dirección absurda de un blog. Sumergirte en el universo de María por unos minutos. Reir. LLorar. Volver a reir. Sentrirte tan identificada que hasta te asustas. Reir otra vez. Cerrar el blog. Esperar la próxima entrada.
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